El chaval de la piedra, que no el chaval de la peca, es un elemento suvbersivo que se caracteriza por estar agazapado en una de las escaleras del santanderino Parque de la teja esperando a que alguna victima incauta se ponga delante de su punto de mira.
Se trata de un especimen raro, afortunadamente para el transeuntus comunus, aunque según parece va creciendo su población y su agresividad hacia el citado anteriormente y ante otros de la misma especie.
Podríamos hacer un estudio antropológico de sus hábitos de vida, pero lo dejaremos para un capítulo posterior, por ahora nos centraremos en sus antepasados y sus características de canto y plumaje.
Proviene de dos ramas claramente diferenciadas, el gamberrus infantilus y del kius ibéricus.
Comenzaremos con el gamberrus infantilus:
Especie muy extendida en toda la peninsula ibérica, aunque algunos etnógrafos no lo consideran especie, sino una etapa evolutiva del homo ¿sapiens? ¿sapiens?. Nosotros optaremos por la rama evolutiva. Se trata de una evolución cuasi lógica del grupo anteriormente citado que se da en individuos de entre 7 - 15 años de edad, principalmente, y cuya actividad en el tiempo libre consiste principalmente en jugar en la calle y comer bocatas de nocilla a la parque ve la tele y juega a la Play-Station (pongase aquí el videojuego-ordenador que considere más apropiado). Ultimamente sus costumbres han ido cambiando bastante y casi sólo se dedica a la Play Station, cambiando los bocatas de nocilla por donuts, tigretones y demás bollería industrial que tanto furor hace en la juventud.
Estas actividades son las realizadas en tiempos de paz, cuando llegan los tambores de guerra, modifica su comportamiento de una forma espeluznante, comienza a mostrar signos de una violencia inusual para una criatura de tan tierna edad.
Todo comienza con la primera trastada, normalmente enseñada por un primo o hermano mayor, incluso a veces se han dado casos en los que los propios progenitores, en el 99% de las ocasiones el varón, han sido los iniciadores de esa vena violenta.
Una cálida tarde de verano, el gamberrus infantilus, siempre en manada con varios de sus congéneres, descubre la enorme diversión que tiene arrancarle el rabo a una lagartija y, ohh dios mio, se abre un nuevo universo de juegos y crueldades para las tardes de ocio traslas agotadoras horas de la escuela. Pronto las lagartijas han perdido su encanto y el gamberrus evolciona, es decir, descubre las herramientas. Comienza a usar lupas para quemar hormigas, ata papeles ardiendo a la cola de los más diversos animalejos.. (es curioso, todo se relaciona con el fuejo, luego nos preguntaremos porqué hay tantos incendios en nuestra bien amada patria, cuyo nombre no voy a decir para no herir sensibilidades, ante todo, corrección política)
Una vez superada la aventura animalaria el gamberrus infantilus decide tomarla con los seres de su propio género, es ahí cuando comienza una carrera de violencia infantil en la que se mezcla puñetazos, patadas, tijeretazos al pelo (singularmente a hermanitas pequeñas que no han llegado a esa fase, con la consiguiente reprimenda de los progenitores y el odio por los siglos del atacante) y el consabido escupitajo callejero a la cara. es en este punto, en el que la violencia está tan desatada y causa tantas bajas en la manada, en el que uno un miembro, generalmente el más débil e inteligente de todos tiene una gran idea....
Ha nacido la pandilla de gamberros. No se trata de una asociación dada de alta en protección civil, pero todos los progenitores de sus miembros la conocen, aunque desconocen la verdadera naturaleza de sus acitvidades. Piensan los muy ilusos que sus churumbeles, criaturitas de su misma sangre, nacidas de su vientre con gran dolor en inmenso placer al encargarlos, se van a jugar al futbol por ahí, aunque siempre sospechan porque su hijo no lleva la pelota. Pero son buenos e inocentes, piensan que Paquito, el del quinto es el que lleva la pelota......pero no, se van a hacer gamberradas.
Es en este punto en el que el gamberrus infantilus torna sus "inocentes juegos de querubines", como habían sido calificados antes por sus progenitores al mucho más castizo "putadas sin ningún tipo de gracia".
Hay una larga retahila de actividades que se pueden clasificar en esta categoría y varían en grado de gravedad, sofisticación y consecuencias. Podríamos hacer un tratado sobre ellas, pero las enumeraremos sin entrar demasiado a fondo en ninguna de ellas, más que nada para no dar ideas....
Las menos elaboradas y menos graves son por ejemplo el clásico toquecito al timbre de un portal, hay que tener en cuenta que los timbres de los portales suelen estar a una altura, que si el edificio tiene muchas plantas, puede incluso ser difícil de alcanzar, los que somos recogidos los sabemos. Ante este impedimento el gamberrus ha desarrollado varias técnicas, unas menos elaboradas, como el salto o el estiramiento, otras que requieren el trabajo en equipo, aupamiento. Incluso se han dado casos de miembros de la manada que llevaban instrumentos tomados prestados o preparados para tal fin, tales como taburetes etc...
Otra variante, que requiere ayuda tecnológica es la conocida, llama al ascensor en todos los pisos y corre, que por su gran esfuerzo en subir y bajar escaleras, y gracias a los avances de la ciencia, ha sido transformada en métete en el ascensor y dale a todos los pisos, que la memoria del trasto ya se ocupa del resto. Ha surgido en los últimos tiempos una gran problemática para esta tarea, ya que algunos fabricantes de ascensores, sabiendo de tal triquiñuela han limitado la memoria de los ascensores a 2 o 3 pisos, con lo que la broma no tiene tanta gracia.
Tenemos luego otras gamberradas igual de elaboradas, pero un poco más peligrosas por sus posibles consecuencias como son el lanzamiento de objetos, no contundentes por supuesto contra los automóviles a su paso bajo puentes. Estos objetos pueden ser escupitajos (sin son muy compactos se consideran objeto, lo ha dicho la RAE), tomates, huevos diferentes líquidos de distinta viscosidad, etc. El problema que generalmente causan a los conductores estos objetos es de visibilidad. De todos es sabido que un huevecillo bien reventado en un parabrisas no ayuda mucho a la visión de la carretera, por mucho que digan que el huevo es muy sano y bueno para le cabello, que no caballo y esas cosas, desde aquí no creemos que sea muy positivo para la correcta visión del radar de la guardia siví en la cuneta, al acecho del infractor.
Hay una variante de esta gamberrada, en la que el susodicho, en vez de arrojar objetos a los vinículos, los arroja a los peatones (transeuntus comunus) con la consiguiente tocada de pelotas y dolor que puede causar un tomate o un huevo bien(mal) lanzado y que impacte en según que zonas del cuerpo humano.
Se han dado casos, incluso, en los que los querubines del demonio inyectaban lejía u otros líquidos corrosivos dentro de los huevos, con el consiguiente peligro que pueden tener estas substancias para la delicada piel y los ojillos del transeuntus comunus......
Pasaremos ahora a las gamberradas un poquillo más elaboradas...
Una, realizada por un conocido mio, muy buena persona y muy pacífico con la madurez consistió en poner una barra metálica atravesada en medio de una carretera. Las consecuencias fueron obvias, el primero que pasó por ahí la pisó y consiguió que se levantara los sufiente para darle un golpe contundente en los bajos del choche, ante lo cual el conductor paró y la manada huyó a la atención del célebre grito de "Mariquita el último". No se sabe todavía las consecuencias que haya podido tener este episodio, pero teniendo en cuenta la fragilidad del vinículo a motor del elaborador principal de esta tesis y de las facturas que esta(la debilidad, no la tesis, que espero obtenga beneficios monetarios) produce, el que suscribe hubiera cogido su querido Kalashnikov de tiempo libre y hubiera fusilado sin contemplaciones ni juicio, ni derechos humanos ni gaitas de esas a cualquiera que estuviese implicado, desde el creador de la idea hasta al obrero que puso el asfalto en la carretera.....
Otra, aunque esta no es clasificable como broma, sino como asesinato premeditado, con alevosía y encargo paterno, hecha también por otro conocido, consistió en, tras la petición del padre del susodicho del aniquilamiento y destrucción de un chucho ya viejo y achacoso que sufría más que respiraba, en atarlo al parachoques de un vinículo a motor y comprobar la velocidad de crucero máxima que podría alcanzar el chucho en cuestión. No quiero comentar a los lectores como quedó el animalico en cuestión, pero supongo que lo imaginará.
Tengo que decir, por cruel que pueda parecerle a a los antes mencionados, que cada vez que cuento o recuerdo esta "anécdota", con todo el dolor de mi corazón y sabido por todos mi amor a los animalejos varios, no puedo evitar soltar una carcajada...(Snif,snif, soy cruel, lo sé) Por cierto, para los interesados en la ciencia, un perro moribundo puede alcanzar hasta 60 Km/h si se le dan medios para ello........
Otra mal idea, vista en un pinícula, tengo que reconocerlo, es para mi, el colmo de la maldad infantil, es conocido en el mundo prematrimonial como el pinchazo. Consiste en un puto crio que no levanta ni un palmo del suelo con un alfiler, pin, imperdible o cualquier otro objeto punzante de pequeño tamaño cerca de una caja de preservativos. Imaginénse el resto.
Las consecuencias, varias, desde que alguien se de cuenta post....., y ahora, gracias a dios (no creo, la Iglesia no lo permite) una marvelous visita a un centro de planificación familiar a por ciertas pastillitas que mejor no mentar... hasta oh surprise, surprise, papá , mamá, vais a ser abuelitos, con la consiguiente somanta de hostias (de las sagradas, que uno siempre vapor la Iglesia) en el casorio by penalty tan español que tanto se destila.
¿Consecuencias para el hacedor de la broma?Dependiendo de la edad hay varias posibles torturas que la convención de Ginebra no permite ni siquiera que enumeremos, pero que podrían ser aprobadas para este caso por cualquier persona en su sano juicio.
Digamos, para defender al gamberrus infantilus, que todos hemos formado parte en mayor o menor medida de esta subespecie, aunque el límite de las gamberradas es que nos califica para se niños traviesos, parados, incordios o verdadera carne de cañón para la legión extrangera o el presidio.
Por cierto, el que diga que nunca ha formado parte de este grupo, MIENTE COMO UN BELLACO.
Dejaremos para otro momento el analsis del kius ibéricus y del chaval de la piedra o piedrensis niñatae como es conocido para la comunidad científica internacional.
En el próximo capítulo podrán ustedes observar la fusión que se realiza en el piedrensis niñatae de la comportamiento del gamberrus infantilus y el plumaje del kius ibéricos.